lunes, 20 de abril de 2020

PANDEMIA


HISTORIA DE UNA BARBA

         ¡Quien nos lo iba a decir! Los españoles, que presumíamos de ser los europeos que más tiempo pasábamos en la calle, llevamos más de un mes metidos en casa sin salir nada más que para atender los servicios más básicos: comprar para comer, ir a la farmacia y sacar al perro, el que lo tenga.

         Durante este tiempo, aunque no lo parezca, han pasado muchas cosas. Habrá habido buenas y malas, pero a mí me gusta contar las buenas o simplemente las que me han llamado la atención.

         El día 16 de Marzo, el Gobierno decretó que todo hijo de vecino tenía que quedarse en su casa, enclaustrado, sin salir nada más que para comprar comida y urgencias, como pasear un rato al perro, como ya he dicho antes. El resto del tiempo nos las teníamos que apañar como pudiéramos.


 Cada uno en su casa.

         A los que tenían que trabajar necesariamente, les dijeron que utilizaran el teletrabajo para hacerlo desde casa. Y, claro, empezaron a surgir algunos inconvenientes.

 Piloto teletrabajando.


 Perro pastor teletrabajando

         Para que no protestáramos mucho, algunas Amas de Casa prepararon sus armas secretas antimanifestación.


Es un arma efectiva, pero tiene sus riesgos.


         Empezaron a pasar los días y casi todo el mundo ganduleando, pero es muy cansado también y el día 18, ya se empezaron a ver síntomas de inquietud.
         Por mi parte, me dije: como vamos a estar enclaustrados quince días, me voy a dejar crecer la barba, que no lo he hecho nunca, a ver que tal me sienta la experiencia.
         Dicho y hecho. Ya el segundo día tenía este “prometedor” aspecto:


Bueno, mejor, una pequeña sombra.

         También por esos días empezaron a aparecer por las redes amagos de rebeliones caseras.


 Rebelión en la Cocina de Pilar.

         Algunos, cuando se aburrían de hacer crucigramas, se dedicaban a hacer malabares y extraños juegos de manos.


 A ver quién es capaz de mejorar esto.

No se sabe si es una barredora automática o un truco de magia.

         El día 21 de Marzo la barba ya estaba siendo reconocible, ya llevaba cinco días de vida y se iba haciendo más patente.


         El 25 de Marzo entra en la Orden del Mediosiglo la primera de la generación de nuestros hijos. Es Susana, y se la premia con el diploma correspondiente a tan alta distinción.


         El 26 de Marzo, con diez días, ya es otra cosa. Me voy pareciendo a un barbudo de verdad. De los que se la recortan mucho, es verdad, pero se nota.


         Ahora un cumpleaños. Jerónimo hijo celebra el suyo en la distancia. Hasta soplamos las velas telemáticamente. Y sale muy bien. Todo el mundo casi contento.       


         Pasan los días y el 5 de Abril celebramos el Cumpleaños de Pilar madre. Como ya no nos podemos mover de casa, celebramos la reunión familiar por videoconferencia, con el Whatsapp, que es una de las “Ciencias que adelantan que es una barbaridad (La Verbena de La Paloma)”. Nos vemos casi toda la familia pero en pequeñito. Menos da una piedra y el que no se conforma es porque no quiere.


         Y el día 7 de Abril, con una barbaza ya que no se la salta un gitano. Como una persona mayor. 22 días nada menos.


         A partir de aquí, empiezan a suceder anécdotas que reflejan que el personal está ya algo cansado de tanto virus, tanto encierro y tantos días sin actividad. Empezamos a enterarnos de las penalidades de los trabajadores de la Sanidad, de los Servicios Públicos y de todos los que están trabajando para que algún día podamos salir y para que los que se han contagiado salgan con bien esta peste del siglo XXI. Las autoridades no han reaccionado a tiempo ni bien y los tienen medio abandonados, con grave peligro de que se contagien ellos también, como así ha sucedido con muchos. La población se lo ha reconocido y todas las tardes salimos a ventanas y balcones a aplaudirlos. Ellos lo agradecen y también nos aplauden pero piden muchos más medios de protección, porque los aplausos, aunque vienen bien, no protegen.

 Pilar y Esther aplaudiendo desde las ventanas, con una separación conveniente.

Aprovechan para hacer una pequeña tertulia con los vecinos al alcance.


 Aplausos desde la Calle del Sol y desde la Carretera del Valle, en Plasencia.


 Trabajadores sanitarios del Hospital de Plasencia, aplaudiendo.


 Aplausos también en Béjar.

Foto de Internet.

         Ya entrados en la Semana Santa, los cofrades no se resignan a no celebrar las procesiones, aunque sea en solitario y sin salir de casa.

 Modesto, su autor, le ha bautizado como “Huevos al paso”.

Y se mueve procesionando por la mesa al ritmo de los timbales y de los tambores.
         El mismo Jueves Santo, 9 de Abril de 2020, mi barba ya es una cosa seria.


         En estas fechas, el Gobierno anuncia, por fin, que ya tiene medidas de protección para su personal y, poco a poco, para todo el público. No todo sale tan bien como anuncian, pero algunos pasos se van dando. Los ciudadanos también ayudan en lo que pueden. Las empresas y los empresarios decentes se vuelcan en traer y fabricar elementos de protección. La Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Béjar, los fabrica con sus impresoras 3D y algunos textiles ya están empezando a hacer cábalas para una posible reaparición de la Industria.



 Amancio Ortega con material traído por su empresa y

un grupo de ambulancias ante su casa para darle las gracias.




 Pantallas protectoras fabricadas por la USAL (Universidad de Salamanca) y el Director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Béjar, Javier R. Sánchez.

Esperanza, panadera y dulcera de Riolobos (Cáceres) hace unos dulces riquísimos y ahora ha donado todos estos al Hospital.
Es una mujer comprometida con su pueblo, con su región y con su país.
No hace mucho tiempo fue Alcaldesa de Riolobos.

         Parece que las cosas tienden a mejorar, aunque hemos llegado a ser el peor país en personas contagiadas y fallecidas por millón de habitantes. Un número uno que no hubiéramos deseado tener nunca. ¿Sabremos algún día si hubo responsables y quienes fueron? Ahora los políticos de uno y otro bando se tirarán al cuello de los contrarios para despedazarse sin tener en cuenta, como casi siempre, que nosotros, los ciudadanos de a pie estamos en medio.


 Si no fuera por lo grave de la situación, este chiste sería más gracioso.

         Mientras tanto, los contribuyentes estamos deseando que pase esto lo antes posible y podamos volver a vernos las caras, hacer nuestras tertulias, nuestros trabajos y tareas. Por eso, personas como Carmen Cascón ya están viendo la luz del día en forma de Arco Iris desde su casa bejarana, que esperamos sea una buena señal de la Madre Naturaleza que nos indica que hay que tener esperanza.

 El Arco Iris desde la ventana bejarana de Carmen Cascón anunciando, entre un cielo oscuro y nublado, que hay que tener esperanza.

         A todo esto, a mí la barba y el bigote me están molestando cantidad. Los pelos deben ser muy duros y tiran de la piel de la cara, lo que me produce un malestar contínuo. Además, el bigote, aunque lo recorto con frecuencia, no deja de picarme en el labio inferior y, lo que es peor, a mi mujer. Estoy pensando en quitármela. En realidad, no pensaba dejármela tanto tiempo. Como nos dijeron que íbamos a estar encerrados quince días, me dije: A ver cuanto me crece en estos días. Luego dijeron que otros quince y, bueno. Pero luego, otros quince más y ahora ya no se sabe cuanto tiempo vamos a estar así.
         Yo creo que he llegado al límite de aguante y que lo he excedido con creces, así que me estoy planteando seriamente quitármela, pero no antes del día 18 de Abril y es que en esa fecha Pilar y yo cumplimos nuestras Bodas de Oro de matrimonio. Nada menos que cincuenta años casados y muy bien.

 Estoy pensando seriamente en afeitarme la barba.

         Como he comentado antes, el 18 de Abril cumplimos cincuenta años casados. Con tal fausto motivo teníamos pensado reunir a la familia en dos tandas. El día 18 nos juntaríamos con hijos y nietos para comer en algún restaurante placentino. Luego, en el Verano, con los hermanos y algunos sobrinos, seguramente nos juntaríamos en Béjar para comernos un buen Calderillo. Todo después de haber escuchado, todos juntos, la canción “Vámonos, cariño”, que es un cha-cha-chá que compuse a Pilar cuando éramos novios. A mí siempre me ha gustado irme el último o de los últimos de los sitios a donde íbamos y a ella no. Por eso, como me hizo gracia que siempre me dijera vámonos, se la dediqué.


 Esta es la cartela del disco “Vámonos, cariño”.

Las fotos son del día de nuestra Boda, de las Bodas de Plata (25 años)
y la última de la familia al completo.

         Ahora he conseguido que un amigo ponga el ritmo y que una amiga suya la cante con una voz muy dulce que hace que la canción resulte muy agradable. Como no la tengo en Youtube no la subo a aquí y tampoco me apetece. Es una cosa muy íntima.
         A consecuencia de la pandemia y el enclaustramiento, hemos tenido que suspender todos los festejos y hacer la celebración por videoconferencia, con canción incluida. Es una pena, pero ¡qué le vamos a hacer!
         Esta vez la hemos hecho con el ordenador y con otro programa distinto. Se ven las imágenes mucho más grandes.


 Videoconferencia el día de las Bodas de Oro.

Luego se unieron Luis y familia.

         Pues, lo dicho, el mismo día 18 por la tarde, cogí la maquinilla de afeitar y me puse manos a la obra, después de 33 días.


         Pero, lo que son las cosas, cuando estaba en ello, pensé ¿por qué no me la corto solo a medias para no ser tan drástico? Bueno. Pero cuando me miro al espejo empiezo a dudar si lo he hecho bien o mal. Creo que me ha pasado lo mismo que un día que me puse a cocinar unas patatas y dicen que metí la pata.


         Nunca se me ha dado bien la cocina, aunque lo he intentado algunas veces, pero se ve que no encajamos la una y el otro.

         Seguimos con la barba y vuelvo a pensar que si me dejo bigote, a lo mejor me va bien.


         No está mal, tampoco, pero sigo sin ver como elimino los tres problemas principales: como hago para que no me tire de la piel, como hago para que no me pique el labio inferior y ¡como hago para no picar a Pilar!
         Así que inicio la operación definitiva y ¡me quedo más fresco y más suave que una rosa!

 La cara ha quedado de “culo de niño”.

         No quiero terminar este relato sin contar que, al día siguiente, es decir, el día 19 de Abril se celebró la festividad de la Virgen del Puerto, que es la patrona de Plasencia.
         Todos los años sube (y subíamos) un montón de placentinos y comarcanos hasta El Puerto, donde está la ermita-santuario que acoge a “La Canchalera”, que también se la llama así porque la zona está llena de “canchos”, afloramientos graníticos enormes, entre los que acampa la multitud para cantar, bailar, comer y beber a la salud de La Patrona.
         Antiguamente, bueno, no tanto porque yo lo he conocido y disfrutado, las chicas jóvenes, que aprovechan ese día para despojarse de los abrigos del invierno, llevaban comida doble para compartirla con el que se quería arrimar. Todavía tengo buenas amigas de aquellos tiempos.
         A la hora de la procesión de la Virgen para asomarse al mirador desde el que se ve Plasencia, todo el mundo se acerca a verla o a participar.
         Pero este año ha habido que suspender fiesta y romería. En su lugar, los placentinos acordaron asomarse a las seis de la tarde a ventanas y balcones para cantar el himno a la Virgen y agitar pañuelos blancos en su honor.


 Los vecinos, con colgaduras y pañuelos blancos.

Foto de Internet.


 En la foto de la izquierda casi no se ve a los vecinos, pero en cada balcón hay uno o dos agitando los pañuelos. Abajo, las enfermeras de la Residencia de San Francisco, que han salido a saludar. Y la música con el himno, a tope.

A la derecha, algunas vecinas asomadas y con pañuelos.


 Algunos vecinos con patio, no se han aguantado y han organizado su propia mini-procesión.