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Jerónimo Abdón era una persona muy cumplidora con sus obligaciones, muy amante de Béjar, empeñado en su prosperidad, y un buen marido y padre de familia, además de atentísimo con los demás, hasta el punto de acompañar en todos los entierros que se encontraba, conocidos o no.
Con estas cualidades, no es extraño que también le gustara disfrutar de la vida cuando lo pidiera la ocasión y que disfrutara asistiendo a algunas fiestas, sobre todo en su juventud.
En esta época, encontrándose en una fiesta popular organizada en Béjar, estaba tratando de sacar a bailar a una dama vestida de negro, que le respondió:
-No bailo con usted, por tres razones:
La primera es que está usted bastante bebido.
La segunda es que no sé bailar.
Y la tercera, es que ¡¡soy el Obispo!!
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Algunas de las chicas asistentes a la fiesta.
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