LOS ARCES
Uno de los recuerdos que tengo de
pequeño y que han perdurado durante toda la vida, ha sido la relación que he
tenido con algunos árboles.
En Béjar y sus alrededores hay
árboles para todos los gustos, árboles de montaña, claro. Los que más abundan
son los castaños, los normales y los de indias. Con los primeros íbamos de “garulla”
a comernos las castañas y con los segundos a jugar a las vacas con las suyas.
En Extremadura y los campos de
Salamanca, las encinas, los robles y los alcornoques y, en las riberas de los
ríos, los chopos (álamos blancos) y los álamos negros. Desde hace algún tiempo
han proliferado los pinos y los eucaliptos con las repoblaciones forestales y
se pueden ver algunos ejemplares magníficos de magnolios, cedros, palmeras y
otras especies decorativas.
Mis conocimientos de la flora van
poco más allá y solo soy capaz de nombrar alguna de las “cienes y cienes” de
especies que tenemos alrededor si voy acompañado de Óscar Rivadeneyra, que se
las conoce todas y sabe dónde está el árbol más escondido que sea interesante
visitar.
Grupo de Abdones con Óscar, junto al Castaño milenario
Pero uno de los árboles que más me
ha gustado siempre, ha sido el Arce.
Y un sitio donde hay unos Arces
monumentales es en el Parque, en Béjar. No le quiero llamar ni Parque
Municipal, ni de la Corredera, ni siquiera de Don Pepito, porque, en Béjar, con
decir “voy al Parque”, ya es suficiente.
Allí nos juntábamos de pequeños para
jugar con la tierra, con las vacas “de indias” y con los “barquillos”, que son
las cortezas del tronco del Arce que se caen al suelo y que incluso todavía hoy
me gusta desmenuzar.
Algo después, los antiguos setos que
formaban caminos oscuros, ocultaban bancos en la penumbra que nos disputábamos los
amigos aprendiendo a fumar con las parejas de novios. Entre cigarro de anís y
cigarro de tabaco rubio comprados en el puesto de la señora Dominica, nos entreteníamos
rompiendo barquillos.
Nunca he sabido que estos árboles
tan enormes y tan majestuosos se llamaran Arces, pero sí que me han llamado
siempre la atención. He tenido siempre la sensación de estar en una Catedral,
con ese ambiente a la vez de grandeza y de recogimiento, de silencio y, al
mismo tiempo, del sonido de la Naturaleza al moverse las hojas con el viento.
Entrada principal del Parque de Béjar con su monumental arboleda
Interior del Parque y sus dos templetes
Paseo principal
La "Catedral" de los Arces
Hermosa y refrescante cubierta
El tronco con varios "barquillos" caidos de su piel
Otro tronco con "barquillos"
Este, más pequeño, en Hervás
Todo esto viene a cuento de la foto
que tiene María Antonia Ortega en su blog http://plinto.blogspot.com.es/
Está apoyada en un árbol enorme (pedazo de árbol, la dije), con
un tronco precioso que enseguida identifiqué con los del Parque, así que la
pregunté qué árbol era y donde estaba. Me dijo solo que estaba en Brihuega,
provincia de Guadalajara, así que me puse a investigar en el sabelotodo
Internet y descubrí su nombre (salvo error u omisión).
María Antonia Ortega apoyada en su Arce particular
El color y las manchas del tronco,
las hojas como una corona de Princesa. No tenía pérdida.
Tronco de Arce de algún sitio
Ya me había dado cuenta de que había
Arces en muchos más sitios, como es natural y que hay muchos tipos de Arce, con
hojas que van desde el color verde al amarillo, al naranja y al rojo.
Hoja de Arce, verde
Es el color típico del verano
Hoja de Arce amarilla-marrón
Un de las tonalidades más comunes en otoño
Hoja de Arce naranja
Fase intermedia entre amarilla y roja
Hoja de Arce roja
Última fase del otoño
Estas últimas son tan bonitas, que
Canadá, el país de los árboles por excelencia, la ha adoptado como centro de su
bandera.
Bandera de Canadá
Se pueden ver en el Paseo de la
Constitución, junto al Parque Municipal de Hervás y, unos ejemplares de hojas
rojas, preciosos, en el parque de La Isla de Plasencia.
Arce en Hervás
Arces rojos en La Isla de Plasencia
Verano
Los Arces de La Isla, en otoño
Hojas amarillas, naranjas y rojas
Disfrutando del colorido
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