viernes, 2 de diciembre de 2011

LOS ABDONES

CASTO LOZANO (y 3)

Investigando un poco en Internet sobre Casto Lozano, hemos descubierto una serie de artículos extraordinariamente bien documentados sobre los JARDINES CON HISTORIA EXTREMEÑOS, publicados por tres Catedráticos de la Universidad de Extremadura, entre los que nos ha llamado la atención el siguiente:

PARQUE DE DON CASTO LOZANO DE NAVALMORAL DE LA MATA

Teresa Bartolomé García. Catedrática de Producción Vegetal de la Universidad de Extremadura.. Presidenta del Consejo Regulador DOP Pimentón de la Vera.
bartgcia@unex.es
José Miguel Coleto Martínez. catedrático y exdirector de la Escuela de Ingenierías Agrarias de la Universidad de Extremadura.
Rocío Velázquez Otero, de la UEX.





Entrada principal del Parque Casto Lozano







Recogemos aquí la información suministrada por Domingo Quijada González, cronista oficial de la villa de Navalmoral de la Mata y estudioso entusiasta de todos los aspectos geográficos e históricos del Campo de Arañuelo.
El origen de este parque está relacionado con la familia Lozano, terratenientes y hombres de negocios de origen moralo, particularmente con Casto Lozano que concretó en su último testamento la donación de los terrenos para su ubicación. La generosidad de esta familia con el pueblo de Navalmoral de la Mata tiene un antecedente en Miguel Lozano, padre de Casto, que en 1919 donó 125 pesetas, cifra muy importante para la época, con el fin de ayudar a los jornaleros y a los más necesitados, afectados por la crisis de subsistencia derivada de la Primera Guerra Mundial y por las adversidades meteorológicas que afectaron a las cosechas.
Conocida esta magnanimidad, en septiembre de 1920 corrió el bulo que Miguel Lozano García-Baquero, fallecido el dos de abril del mismo año, había legado al vecindario un importante donativo con fines benéficos. El asunto estuvo coleando hasta 1924 y motivó incluso la intervención del Juez de instrucción, no pudiendo demostrarse la veracidad de este hecho.
Unos años después, en los últimos compases de la Dictadura de Primo de Rivera, surge el primer proyecto de construcción de un parque municipal en terrenos de Casto Lozano. Así, en enero de 1929, el alcalde, Julián Domingo Martín, expone a la corporación: “esta población necesita tener paseos o parques, de los que carece en absoluto, para esparcimiento y recreo del vecindario”. Se piensa entonces en el cercado que tenía Casto Lozano en el Paseo de la Estación y se propone que se declare de “utilidad pública y la necesidad de ocupación”, siendo apoyado por el resto “con entusiasmo”.
Estos extremos se comunican al propietario, para que ponga precio al mismo, y a la Comisión Sanitaria Provincial.
En marzo vuelven a requerir a don Casto para que fije el precio del cercado. En abril, cuando el Consejo Provincial de Sanidad aprueba el proyecto, volverán a insistirle en que determine el valor de la finca, indicándole que “no quieren molestarle, sino que sólo desean los mejores beneficios para el pueblo, y que se lo tendrán en cuenta con actos que los pueblos siempre dedican a sus bienhechores”.
En junio de 1929, por fin contesta Casto Lozano: dona el terreno, pero con la condición de que si en cinco años, desde la firma de las escrituras, no está en condiciones de utilizarse por el público, recuperará la propiedad de la finca. La corporación lo acepta y agradece, “sin perjuicio de otros acuerdos que en su día se adopten, como premio al beneficio que dicho señor otorga a esta Villa”. El proyecto se paraliza con el fin de la dictadura.
En mayo de 1931, el primer ayuntamiento republicano inicia expediente de expropiación forzosa del cercado de Casto Lozano, con el fin de construir el parque.
La nueva Corporación republicana modifica el acuerdo anterior, de junio de 1929, ya que no quiere donación, tal vez, para no tener que agradecérselo o porque, según esta fórmula jurídica, los terrenos sólo podrían destinarse al objetivo fijado, y no a otros eventuales que pudieran surgir. En la sesión del 28 de mayo de 1931, ratifican ese expediente y le piden al dueño que fije el precio.

Sin embargo Casto Lozano no contesta, probablemente por considerar que ya se había producido la aceptación de la donación por el anterior equipo de gobierno.
La necesidad de ubicar un nuevo grupo escolar, para el que el inspector de Enseñanzas Primarias, el moralo Antonio de la Cámara, sugiere el cercado de marras, se convierte en otra fuente de conflictos que se agudizan, en 1932, cuando el gesto de Casto Lozano de aportar 500 pesetas para el arreglo de algunas calles y la canalización de arroyos, es mal interpretada por la corporación que le exige que aumente el donativo “por los muchos beneficios que obtendrá” ya que su casa estaba bordeada por uno de los cauces.




Leandra Gómez-Rodulfo y Casto Lozano







A pesar de estas desavenencias, en su testamento de 5 de enero de 1932, otorgado en Madrid, donde habitualmente residía, ante el notario Dimas Adánez Horcajuelo, lega la mayoría de sus bienes a su esposa Leandra (Gómez-Rodulfo Rodríguez) “pero, cuando ella muera, han de destinarse a un fin benéfico que redunde en provecho principalmente en Béjar, Navalmoral u otro lugar que sea de la preferencia de Leandra”. Y añade: Si Leandra fallece antes de que se lleve a cabo este legado, se destinará “la mitad de la herencia para una obra benéfica, en Béjar, Navalmoral o pueblos de la provincia de Cáceres que designen los albaceas”.
Entre 1932 y 1934 no se volvió a tratar el asunto de estos terrenos, ni se volvieron a mencionar los proyectos que había sobre sus futuros usos.
Sin embargo, en julio de 1934, salta de nuevo la noticia con el tema del cercado, deseado por esta corporación para construir un nuevo grupo escolar y un parque.
Los abogados ignacio Mateos Guija, presidente local de izquierda Republicana, y Julián Domingo Martín, alcalde durante la pasada dictadura, informan a la corporación que “está legalmente hecha la donación del referido solar para la construcción del segundo Grupo Escolar”.

En vista de ello, nombran una comisión para entrevistarse con el propietario. En este intermedio, Casto Lozano vende dos partes de la finca: un lote de 1.369 metros cuadrados, por un importe de 26.000 pesetas, a Vidal toboso, propietario de la fábrica de harina “La Favorita”, y otro de 1.020 metros cuadrados, por 5.500 pesetas, al constructor Miguel Alfonso Gómez.
Estas ventas y el cambio producido en la alcaldía iban a complicar aún más la materialización del acuerdo. El nuevo alcalde, Delfín García Rodríguez, del Partido Republicano Radical, a pesar de estar ideológicamente más cercano a Casto Lozano, mantenía con éste una manifiesta enemistad motivada quizás, por no haber sido elegido como administrador de las fincas de aquél; fruto de esta inquina es la detención de Casto, “porque no concurre al llamamiento del Sr. Alcalde”, a su paso por Navalmoral, camino de Madrid, después de visitar su finca de Macarra.
El día 3 de julio, se entrevistan por fin pero no concretan nada. Casto pide que le hagan las peticiones por escrito, “para que él conteste lo que estime oportuno”.
En vista de ello, la corporación acuerda darle 8 días de plazos. Las negociaciones no prosperan y, “como los Proyectos del Parque, Paseo y Grupo Escolar están aprobados, y debido al gran número de obreros que quedarán en paro forzoso al terminar la recolección”, en la Sesión del día 17 de julio de 1934 “acuerdan expropiar el cercado de Casto Lozano y Vidal Toboso, pidiéndoles precio según la Ley, para después tomar los acuerdos legales. A finales de ese mes de julio, Casto Lozano entabla querella contra Delfín García en el Juzgado de instrucción de Navalmoral, “por detención ilegal”. Al tener conocimiento de ello, la corporación apoya al alcalde y acuerda que “los gastos de la defensa sean por cuenta del municipio”.
El 24 de agosto, Lozano los cita, “con representación legal”, en Baños de Montemayor, donde veraneaba, “para tratar el tema de la cesión gratuita” Delfín acepta ir, acompañado del secretario Germán Duque pero la reunión fracasa como fracasarían otros intentos posteriores de resolver el problema hasta, paradójicamente, el triunfo del Frente Popular tras las elecciones generales de febrero de 1936.
Hacemos un inciso para subrayar este cambio que se produce en las relaciones Casto-Corporación: ya no están Delfín García ni algunos de los ediles anteriores de centro derecha sino los representantes de la izquierda y, a pesar de ello, se desbloquean muchos de los inconvenientes; otra prueba más de que fueron las enemistades y no las afinidades o divergencias ideológicas las que imposibilitaron las cesiones.
Casto Lozano manifiesta que “cede el solar para colegio por un precio sumamente económico, con la condición de separar el terreno vendido a Vidal Toboso”.
La Corporación lo acepta, “siempre que el precio no exceda de 150 pesetas”. En la sesión del día 21 de junio de 1936 deciden que el alcalde acuda a la otorgación de la escritura del solar, que cede Casto Lozano en venta, para construir el 2º Grupo Escolar), “autorizándole para fijar el precio, siempre que no exceda de 150 pesetas, y para consignar en la escritura, si el propietario lo solicitara, el nombre que ha de llevar el mencionado Grupo”.
El estallido de la guerra fratricida imposibilita la firma del acuerdo. En el trágico otoño de 1936 Casto es asesinado en Paracuellos pero antes de morir, como si presintiera su dramático final, modifica el testamento de 1932 y redacta el último, una vez comenzado el conflicto bélico, en el que se aprecian diferencias importantes respecto al anterior.
Como novedad destacada, observamos que desaparece el deseo de llevar a cabo una obra benéfica. Esta decisión debió estar motivada por dos hechos fundamentales: los desagradables sucesos y enfrentamientos anteriores, y el comienzo del conflicto bélico. Él se hallaba en Madrid, zona roja, y Navalmoral ya era zona nacional por lo que no podía hacer una donación a este municipio, por escrito, claro está, por motivos que no necesitan explicación.
Probablemente Don Casto deseaba donar esos terrenos al municipio, pero no podía llevarlo a cabo por escrito en esos momentos. Esta voluntad expresa sería la que animaría a su sobrino, Eduardo Lozano García, principal heredero, a ejecutarla tras la contienda.
Pero antes hubo que resolver un último problema. tras la apertura del testamento, comenzó un litigio entre Leandra, que al parecer deseaba la propiedad de toda la herencia o, al menos, que se llevara a cabo el testamento de 1932, más favorable para ella, y Eduardo Lozano, que defendía la última transmisión, incluyendo la obra benéfica, que aunque no lo dejó fijado en su última voluntad, sí lo manifestó de forma oral y en el testamento anterior. Al parecer, lo que más interesaba a Leandra era la dehesa de Macarra, ya que no interviene ni impugna, lo que favorece su imagen, las donaciones que conformaron el verdadero legado de don Casto Lozano.

El proceso duró 13 años, hasta 1958, cuando fallece Leandra.
El 13 de febrero de 1945, ante el notario don Felipe González García, se firma la escritura de donación de los terrenos que deberán destinarse al Parque Municipal Casto Lozano (10.500 m2); al cuartel (viejo) de la Guardia Civil (1.422 m2); otro terreno cedido a la Dirección General de la Guardia Civil (812 m2) sobre el que se construiría el nuevo cuartel, ya en los años ochenta; al ambulatorio (1.000 m2) y un solar para viviendas (2.587 m2). un caso aparte fue el de la iglesia de las Angustias, erigida en las proximidades del parque, que no fue donada sino vendida:
Según escritura de compraventa, firmada el 22 de octubre de 1958, ya había muerto Leandra, ante el notario don José Madrazo Núñez, los herederos de don Casto Lozano (Eduardo Lozano García, Encarnación González Llerandi y Concepción Martínez Almeida) venden a don Emiliano Núñez Martín, en representación de la parroquia de las Angustias, un solar de 2.280 m2 por el precio de 200.000 pesetas que serían aportadas por varios vecinos de Navalmoral, incluso de fuera, como la condesa de Güell o la propietaria del Espadañal. Se añadía una condición: “debería dedicarse a iglesia, que se inauguró en 1969, por lo que no podría venderse”.
No se trató de donación, aunque el precio fue asequible. Es posible, igualmente, que esa cantidad de destinara al pago de escrituras u otros gastos. Se registró el 14 de abril de 1959.
En lo que respecta al Parque Municipal Don Casto Lozano, se fijó, a efectos fiscales, un precio simbólico de venta de 0,23 pesetas el metro cuadrado; es decir, que dicho terreno costó 2.415 pesetas que se emplearon en abonar los derechos reales.
Las obras de acondicionamiento se iniciaron en 1944, siendo alcalde Agustín Carreño, finalizando las obras en 1946. El hecho de que Eduardo Lozano García formara parte de la corporación municipal facilitó enormemente que la vieja aspiración del mecenas, de que el solar se convirtiera en parque, se llevara a efecto. Se financió mediante prestaciones personales, jornales municipales y aportaciones varias.
En abril de 1948 se trajeron de Madrid las fuentes que se ubican en el parque, junto con las que antes había en la plaza del ayuntamiento, y en 1950 se instaló la estatua de don Antonio Concha, ahora en la Fundación.
En la actualidad, este bello parque, que ha sido remozado varias veces, es el pulmón de la población, y recuerda con su nombre al gran benefactor de la villa.







Templete lateral









Calle principal










Fuentes en la calle principal









Vista lateral









Detalle de la arboleda






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