lunes, 29 de septiembre de 2014

EL MÁS ALLÁ

HUEBRA

     El 7 de Septiembre de 2012 escribí un artículo sobre Luis González de la Huebra a raiz de un libro del que me hablaron Carmen Cascón y Óscar Rivadeneyra, que se titula
“Luis González de la Huebra y los orígenes de la Modernidad en Salamanca”, escrito por un americano que se llama Conrad Kent y publicado por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León.
     En este libro se incluía una fotografía que se había hecho Luis Huebra en su Tienda-Estudio, jugando con unos espejos que tenía en una habitación de la cuarta planta y que aún se conservan allí.


 Fachada de la tienda HUEBRA en el siglo XIX y en la actualidad.

     La Tienda, que se sigue llamando HUEBRA, y está en la calle San Pablo nº 4 de Salamanca, se ha convertido en un museo del mueble de la época de la modernidad, con la planta baja con actividad comercial y las tres plantas elevadas con una enorme cantidad de muebles y objetos de colección de aquella época, que creo que no será fácil encontrar algo igual y no sé si las autoridades de Salamanca saben lo que tienen allí.


La tienda está regida ahora por los hermanos Pepe y Eduardo, que guardan como oro en paño no solo los muebles, sino fotos, tarjetas, recuerdos de la época y accesorios de todas las clases.

     El motivo para sacar a relucir otra vez a esta familia, que tiene como ascendientes a los Rodríguez Yagüe de Béjar, entre otros, es que, en mi anterior visita me quedé con ganas de reproducir la fotografía que menciono anteriormente y que no pude hacer por falta de luz.

La habitación es una galería de la cuarta planta, llena de muebles y accesorios de época, con dos grandes espejos en los extremos.


Uno de los detalles curiosos que los Huebra han bautizado como "la pecera del pez que murió de un infarto"

     Aproveché la invitación de Óscar para ir con él a visitar a los Huebra para una investigación que está haciendo y nos subimos a la galería a hacernos las fotos y estos son los resultados.
     No hemos podido utilizar toda la luz que aprovechó Luis, pero nos vale para dar constancia de nuestro paso.


Esta es la foto de Luis Huebra

     Y estas son las nuestras:







      Y, por cierto, ya he leido el libro El carril de paja. Vida y costumbres de los pueblos de la zona.



miércoles, 10 de septiembre de 2014

LOS ABDONES

RUFI CID

     Hay que ver, Rufi, todavía me acuerdo de cuando eras tía Rufi y teníamos que mirar hacia arriba para veros la cara. A  tía Rufi y a tío Ángel y es que, en aquella época, la diferencia de edad de 21 años era un mundo.


 Rufina Cid Gómez-Rodulfo antes de convertirse en tía Rufi

 

Aquí ya tío Ángel y tía Rufi.
Todavía no existían los nietos.

      Y es que los de mi generación éramos "los enanos", como se dice ahora.

Estábamos en la etapa de las Comuniones.
Aunque Jose y yo ya presumíamos de mayorcitos y Ángel y Bibi, casi casi.





 Ahora, casi todos los de la primera fila, están ya en la época de ejercer de abuelos


      Poco a poco fuimos cumpliendo años y se empezaron a notar más en los más mayores.


 En esta época, nosotros cumpliendo años y tú, manteniéndote tan joven, pasaste ya a ser Rufi, casi de la pandilla.



 Van pasando los años.
Y los nuestros también.
Lo que antes era tío Pepe, tía Rufi y tía Carmen, se ha convertido en Pepe, Rufi y Carmen.

      Decíamos: "Y por muchos años". Hasta 91 por tu parte.
      El pasado 8 de Septiembre de este año 2014, Rufi Cid, nos has dejado.
     Guardamos el recuerdo de las últimas fotos tuyas en este blog, cuando Carmen cumplió 100 años.







      Aprovechásteis esa fiesta para juntaros la madre y casi todos los hijos. A estas alturas es muy complicado unir a todos.


     Lo compensasteis con creces con los sobrinos.
     Y es que los Cid siempre habeis sido una "piña". La prueba, las fotos multitudinarias que os habeis hecho a lo largo de los años y de la que esta última es una buena muestra.
     Ahora os toca continuar la piña a Ángel, Bibi, Ramón, Pepa, Menchu, Eduardo, Felipe, Ignacio y Ana, con vuestras respectivas parejas y transmitírsela a vuestros hijos.
     Tía Rufi, Rufi, abuela Rufi para tus nietos, un abrazo muy fuerte porque siempre estarás con nosotros, por lo menos virtualmente.

domingo, 7 de septiembre de 2014

OTRA ELUCUBRACIÓN

MI CAFETITO EN CANADÁ

     Aunque soy enemigo de las costumbres fijas, hay una que he adquirido desde hace cuatro o cinco años, que es la de tomar un Café con leche a media mañana en una Cafetería de la Plaza de Plasencia y que no sé lo que durará porque, hasta hoy, me sigue gustando.


     Claro que me sirve para romper la rutina del trabajo en el ordenador y cambiarla por la de las gestiones y los recados.
     Antes era al revés, si tenía que salir a hacer algo, aprovechaba y me tomaba un café, pero he invertido las tornas y ahora salgo a tomar el café y, de paso, hago lo que tenga que hacer.


     Ya sé que algunos me tacharán de pesado, pero no lo puedo evitar. Cada vez que subo a la Plaza, porque vivo cerca del río Jerte y la Plaza está dos o tres cuestas más alta, voy pensando en que, si mi admirada Falla de Plasencia hubiera provocado la ruptura de Europa con América, me tomaría todos los días mi cafetito en Canadá.
     La explicación es bien sencilla. Salgo de mi casa camino de la Plaza y, por el camino, cruzo la travesía de la carretera nacional N-630, que atraviesa Plasencia y, en el punto por donde yo la cruzo, coincide con el trazado de la Falla.

La línea roja es mi recorrido y la amarilla es por donde, hipotéticamente, se produjo la ruptura de la Falla.
 

 Esta es una foto ampliada de Plasencia, en la que se ve mi recorrido, el de la Falla y el del río Jerte alrededor de Plasencia.

      Pues bien, si la rotura objeto de mis elucubraciones se hubiera realizado por aquí, mi recorrido habría sufrido una gran variación.



 Las dos orillas separadas un montón de kilómetros, o millas marinas, para dificultarme el ratito agradable del café mediomañanero y de la prensa diaria.

      Y, es que visto desde una perspectiva mayor, la Geología me lo hubiera puesto pero que muy difícil.


 Y, si no, véase el itinerario.

      Con esta dificultad, ¡a qué precio se me hubieran puestos los cafés!.
     Como me dijo Carmen Cascón, mejor dejarlo en paz.