Mi amigo Jorge Zúñiga, desde Santiago de Chile, me ha pedido que reproduzca en este blog un pequeño artículo que le escribí sobre el Abuelo Mayorga que, como muchos saben, es un muñeco autómata colocado sobre la torre del reloj del Ayuntamiento de Plasencia. Bueno, pues, allá va.
A Jorge Zúñiga, en contestación a su Email sobre el Abuelo Mayorga de Plasencia.
Plasencia, 18 de Junio de 2018.
El Abuelo Mayorga es un muñeco “autómata” que se instaló en la torre del reloj del Ayuntamiento de Plasencia el año 1743. El relojero era natural de Mayorga (Valladolid) y por eso la población le puso este nombre.
En 1811, en una de las muchas incursiones de los franceses en Plasencia durante la Guerra de la Independencia, los soldados franceses lo tiraron al suelo y lo destruyeron en venganza a unos acuchillamientos a afrancesados.
Parece ser que lo repusieron en 1936, pero, por lo visto el peso que tenía paraba el reloj y lo eliminaron.
El actual Abuelo Mayorga lo mandó reponer el alcalde Juan Francisco Serrano Pino el año 1973. Fue un buen alcalde y el primero, en mucho tiempo, que se dedicó profesionalmente a la alcaldía.
Fue el último alcalde no constitucional. Dio un cambio radical a Plasencia, que pasó de ser un Pueblo, a una pequeña Capital. Reformó el Ayuntamiento recuperando la fachada primitiva y la figura del Abuelo Mayorga.
Cuando se presentó a las primeras elecciones constitucionales, yo formé parte del grupo que encabezaba: el GIP (Grupo Independiente Placentino) con la condición de no salir de concejal. Yo tenía una empresa y no podía dedicarme a enredos políticos.
Además, nunca lo he sido. Le di mi apoyo porque vi la transformación que había tenido Plasencia desde que yo llegué hasta esas fechas. Y de su siembra vivieron algunos alcaldes posteriores. Salió como Concejal con un pequeño grupo de compañeros con los que sigo teniendo muy buena relación. Serrano Pino murió hace unos años, un poco olvidado, aunque todos los placentinos lo recuerdan con agrado.
Hay leyendas y elucubraciones sin sentido sobre este autómata. Una de ellas es que lo donó Leonor de Pimentel por ser Mayorga el pueblo de su padre, pero los que lo cuentan no aportan ningún dato creíble. Primero dicen que Leonor fue esposa de Pedro Zúñiga. Después, como es sabido, Leonor murió el 31 de marzo de 1486 y el edificio del Ayuntamiento se construyó en 1523, así que mal lo hubiera podido hacer.
Hay otra leyenda sobre un reloj que se llamaba Menorga, pero, como la cuenta D. José Sendín, muy amigo mío, pero poco creíble y no aporta documentación, tendrá que pasar al limbo de los justos hasta que aparezca algún papel que la corrobore.
Siento decepcionarte, pero aquí no ha intervenido para nada nuestra amiga Leonor, aunque, vete a saber, igual desde el más allá haya influido algo. Ya sabes que estas personas tenían mucho mando en la vida espiritual.
Te adjunto recortes de artículos, que ya habrás leído en Internet, en los que se dice de todo. También otro en PDF de Inocencio Cardiñanos que está sacado de uno de los tres tomos de Historias Placentinas Inéditas, de Sánchez Loro, al que sí le doy veracidad
porque Sánchez Loro, en esos tres libros, se dedicó a transcribir todos los documentos importantes que encontró en los Archivos de Plasencia para darlos a conocer a los investigadores y tiene muchos muy valiosos. Vamos, como lo que están haciendo Carmen Cascón y Óscar Rivadeneyra en Béjar.
Artículos
sobre el Abuelo Mayorga
Os presento al Abuelo
Mayorga, un viejo amigo que podéis conocer en vuestra visita a Plasencia,
subido a la Torre Renacentista del ayuntamiento, el primer Abuelo apareció en
el año 1743 aunque el que hoy veréis
no es el de aquella época. El actual es un abuelote de dos metros de alto y 85
kilos de peso que subió a la torre en los años 70.
La estatua data del año 1973, aunque anteriormente hubo
otra, durante la guerra civil, que fue retirada porque retrasaba el reloj.
Varias son las
historias que hay de su origen. Una de ellas cuenta que es el reloj quien
recibe el nombre de Mayorga y que durante el siglo XV, cuando la ciudad era
gobernada por la familia de los Zúñiga, Plasencia recibió de manos de Leonor de
Pimentel, esposa de Pedro Zúñiga, el regalo de esta imagen, con el nombre del
pueblo del padre de ella (Mayorga, Valladolid).
También se cuenta
que el primer relojero era de la localidad de Mayorga y recibió el encargo de
realizar el reloj de la Plaza Mayor. Tras ponerlo, se le encargó a un escultor
esculpir una figura de una persona mayor con un gorro rojo.
El Abuelo
Mayorga, la escultura que desde el siglo XVI preside la torre del reloj del
Ayuntamiento de Plasencia se va a someter a una "cura de edad".
Durante una semana se va a restaurar tanto su maquinaria como su aspecto
externo.
El actual
autómata no es el primero que se encuentra sobre el reloj municipal, sino el
sexto, y fue instalado en 1973, desde entonces se le han hecho varias
reparaciones pero no una restauración completa como la que se le pretende
realizar.
El Abuelo
Mayorga forma parte de la maquinaria del reloj del Ayuntamiento de Plasencia,
que también se llama reloj de Mayorga, que se instala por primera vez en el
siglo XVI. El actual Abuelo Mayorga se coloca en 1973 y es uno de los “símbolos
de la ciudad” destacaba el alcalde.
(Ya se ha reparado).
La
torre renacentista del Ayuntamiento de Plasencia fue construida en 1546, pero
hasta el año 1743 no apareció “El Abuelo Mayorga” como complemento del reloj.
Es en esta época en la que se incorporaron personajes autómatas, con
movimiento, como aplicación al desarrollo mecánico de los relojes. Lo mismo
ocurrió con el “papamoscas” de la catedral de Burgos. El primitivo “Abuelo
Mayorga”, fue destruido por los franceses en el año 1811. Se repuso
provisionalmente y por poco tiempo en el año 1936. Y el actual “abuelo” se
colocó sobre la torre en el año 1972.
“Episodios menos festivos
como el horrendo crimen que bajo mis pies cometieron Manuela Rangel y otros
vecinos airados acuchillando a los “afrancesados” que estaban prisioneros, en
aquél aciago verano del año 1808. En
esos años nos invadieron en más de diez ocasiones las tropas francesas y se
vengaron en mí haciéndome añicos y quemando mis restos.”
Álvaro de Zúñiga y Guzmán,
se casó en segundas nupcias con su sobrina y ahijada Leonor Pimentel y Zúñiga,
hija de Juan Alonso Pimentel, conde de Mayorga, y de su hermana Elvira de
Zúñiga y Guzmán, en 1458. Leonor murió
el 31 de marzo de 1486 en Béjar.
El actual edificio es una
reconstrucción historicista, que llevó a cabo el arquitecto José Manuel
González Valcárcel en 1966, basándose para ello en el edificio de estilo
renacentista que proyectara Juan de
Álava en el año 1523, a quien los regidores exigían que se hiciera con
portales y corredores.
En su parte izquierda tiene
una doble arcada renacentista con el escudo de Carlos I de España. Sobre el
otro lado hay una torre-campanario en la que se encuentra el símbolo de la
ciudad: el Abuelo Mayorga, un autómata que se encarga de dar las horas a la
población.
Palacio
Municipal
Presidiendo la plaza mayor
se encuentra esta edificación del siglo XVI. De estilo Gótico al renacimiento,
posee una doble arcada renacentista en su fachada con escudo de Carlos V en su
costado izquierdo. Sobre su torre campanario se observa al personaje más famoso
y querido de la ciudad, El Abuelo Mayorga
El
primitivo edificio del Ayuntamiento se levantó entre los años 1517 a 1523 sobre
la llamada Casa de la Gradas por el aparejador de obras de la Catedral,
Francisco González.
Menorga.
Cierto año del siglo XVII,
cuando Plasencia era un crisol de culturas, en los días previos a la feria de
junio una buena cantidad de gitanos habían llegado a la ciudad con sus
caravanas de mulos y burros. Se encontraban establecidos en las afueras, en el
Cachón, en el Olivar, en San Lázaro, en la carretera del Puerto...
Durante los días previos al
comienzo de la feria los gitanos varones acicalaban sus caballerías para que
estuviesen dispuestas cuando comenzasen los días álgidos de la feria. Por su
parte a las mujeres gitanas les correspondía la labor de buscar el sustento
familiar pidiendo limosna y es que un caballero gitano nunca extendería su mano
para pedir. Las mujeres se presentaban a mendigar vestidas con sus largas
faldas, sus blusas y delantales, todos sus hijos van con ellas, a unos los
llevaban cargados en las espaldas y a otros de la mano, los niños gritan
pidiendo pan para intentar así hacer aflorar el lado más compasivo de los payos
y conseguir algún donativo.
El caso es que por un hecho
que desconocemos, la justicia aprendió a varias gitanas, estando el corregidor
de la ciudad, Francisco Antonio de Salcedo, presente. Hubo un forcejeo con el
que las gitanas quisieron zafarse de los alguaciles, momento en el que una de
ellas, Ángela Alvarado, logró escapar corriendo mientras pregonaba por las
calles su inocencia. Inmediatamente salió la justicia tras ella, a duras penas
pudo llegar a la Catedral, sabía que al entrar en el templo quedaría acogida al
sagrado “derecho de asilo”. Pero el corregidor no estaba dispuesto a verse
humillado públicamente por una gitana y entró en la catedral junto a los
alguaciles y apresó a la fugitiva en la capilla mayor de la Catedral Vieja.
Daban las doce del mediodía
cuando sacaban violentamente por los pelos a la gitana del templo, y en ese
preciso instante salen de sus rezos en la catedral una buena parte de canónigos
y sacerdotes de la ciudad, la gitana al verlos gritó aún más fuerte invocando
su derecho de asilo. Los clérigos y seglares al ver el alboroto que se estaba
produciendo se acercaron y preguntaron al corregidor por lo que estaba
sucediendo, pero este lejos de contestarlos y ebrio de rabia e ira, volvió a
agarrar violentamente a la gitana y la sacó a la calle. La muchedumbre comenzó
a aglutinarse en la puerta de la catedral, rodeando a las gitanas, alguaciles y
corregidor y reivindicando el derecho de asilo de la gitana, el corregidor era
el centro de toda la ira de la muchedumbre y es que estos sucesos estuvieron a
punto de desembocar en un motín. Pero éste, lejos de amilanarse, ordenó montar
a las dos gitanas en sendos pollinos y a la vista de todos y con las espaldas
desnudas, fueron apaleadas mientras eran conducidas a la cárcel de la ciudad.
Los religiosos no aceptando
tales hechos tomaron cartas en el asunto y fue informado de inmediato el
Obispado, su Provisor condenó al Corregidor a la pena de excomunión mayor. Para
ser absuelto el excomulgado debía entre otras cosas arrepentirse, pero el
corregidor lejos de retractarse y muy enfadado apeló a la Nunciatura de Madrid,
pero ésta vino a sentenciar lo promulgado por el Obispado de Plasencia. El
Corregidor perdió una causa que duró más de cinco años, la pena a la que fue
condenado fue suavizada con la limosna de amigos, y este dinero fue destinado
para comprar el reloj de la Catedral.
Pocos placentinos saben que
el reloj que hubo en su Catedral fue el regalo de una gitana o lo que es lo
mismo: el precio de un juicio y una condena que una sencilla gitana valiente y
desafiante, ganó al Corregidor mayor de la ciudad.
Sobre la catedral de
Plasencia Pascual Madoz dijo de en 1849: “Plasencia su santa iglesia catedral,
que es el edificio más notable en todos conceptos que hay en la ciudad… hay
además 3 órganos y un hermoso reloj”
Este reloj de sol que estuvo situado sobre una de sus fachadas se
encuentra actualmente en paradero desconocido y poca información existe sobre
él, se le conoció con el nombre de Menorga en contraposición con el reloj de El
Abuelo Mayorga, situado sobre el ayuntamiento. Lo cierto es que Menorga y
Mayorga durante muchos años marcaron las horas que guiaron la vida de los
placentinos.
2 comentarios:
Excelente artículo y muy entretenido. Desde Chile, JZR.
Querido Jero: Me acabas de recordar que tengo tu artículo pendiente de publicación en mi blog de Pinceladas. Procederé con el empeño el lunes.
Un beso
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