ZÚÑIGA – PIMENTEL.
LA
DESAPARICIÓN DE UN PANTEÓN.
Hace unos pocos meses recibí la llamada de un familiar que sabía que siempre he estado interesado por el apellido Zúñiga y me preguntaba que donde está enterrada doña Leonor de Pimentel y Zúñiga.
Los que nos hemos preocupado por saber algo de esta familia, sabemos que esta señora fue la segunda esposa de D. Álvaro de Zúñiga y Guzmán, Duque de Plasencia y primer Duque de Béjar entre otros muchos títulos, además de ser sobrina carnal suya, ya que era hija de su hermana Elvira.
Estos son los escudos nobiliarios de la familia Zúñiga y Pimentel respectivamente.
De este cuadro, dicen que representa a Leonor de Pimentel rezando a la Virgen y al Niño.
La cuestión es que, a pesar de que tanto él como ella llevaron una vida típica de la Nobleza de la época, plagada de apropiaciones dudosas, traiciones a Reyes, Nobles y Órdenes Militares y posterior reconciliación interesada, incluso a sus hijos, hacían profesión de muy religiosos y de obedientes con la Iglesia, cuidando mucho de que esta estuviera siempre a su favor.
Es por ello que los dos, en sus testamentos, dejan dispuesto que los entierren en la Capilla Mayor, en el lado del evangelio, del Convento de San Vicente Ferrer de Plasencia, que ellos estaban fundando junto a su Casa Palacio y que ahora se le conoce como Convento de Santo Domingo. Pero que hasta que estuviera terminado el monasterio, fueran enterrados en la Capilla Mayor de la Catedral de Plasencia (la antigua).
En su carta del 22 de agosto de 1484, la duquesa de Plasencia manifiesta su deseo de ser sepultada, al igual que su marido, en la capilla mayor de la iglesia Catedral mientras se termina la de San Vicente. Falleció el año 1486.
Fray Alonso Fernández en su “Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia”, dice: “Hecha una sentida profesión de fe católica, don Álvaro manda enterrarse en el convento de San Vicente de Plasencia, y que le “sea hecha una noble y rica sepultura con su bulto (sic) de alabastro”, don Álvaro en medio, a su izquierda doña Leonor Manrique, su mujer primera, a la derecha doña Leonor Pimentel, su mujer segunda. Como el monasterio de San Vicente aún no está acabado, los cuerpos del Duque y de su mujer primera se traerán de Béjar y se depositarán en la Catedral de Plasencia, donde ya se halla la duquesa doña Leonor, hasta que se termine el monasterio de San Vicente y mientras hacen el sepulcro de alabastro.” Falleció el año 1488.
Fachada del Convento de Santo Domingo.
En la capilla mayor del Convento de San Vicente Ferrer, al lado del evangelio, en medio de la capilla y crucero fue sepultado su hijo el cardenal y arzobispo de Sevilla don Juan de Zúñiga, maestre que fue de la Orden de Alcántara. Tenía su capelo de cardenal pendiente sobre la sepultura, Estuvo su cuerpo depositado en el convento de Guadalupe, porque murió en 1504 en la finca Mirabel, cerca de Guadalupe, y su sobrino el cardenal Juan de Toledo, hijo de los duques de Alba, don Fadrique y doña Isabel de Zúñiga y Pimentel, hermana del cardenal don Juan de Zúñiga, le trasladó a este convento, siendo obispo de Córdoba. (Domingo Sánchez Loro)
Imagen de don Juan de Zúñiga postrado ante san Vicente Ferrer.
El 13 de abril de 1487 se bendijo la iglesia, claustro y capítulo por Fray Pedro de Villalobos, “natural de Plasencia, obispo de Brito y Visitador de la diócesis de Plasencia, instalándose la comunidad en el nuevo convento” (Benavides Checa, pág. 153).
Las obras no estaban terminadas y trabajaban en la dirección de ellas, junto a su padre Pedro, el Maestro Francisco González. Esto no fue obstáculo para que, a partir de esa fecha, comenzaran a establecerse “las cátedras para difundir la ciencia en estas regiones, más entusiastas del ejercicio de la guerra que de las dulzuras de las letras”. (José Sendín Blázquez)
Casi todos los escritos consultados sobre la historia de estos dos personajes, doña Leonor y don Álvaro, aseguran que el matrimonio se encuentra sepultado en la Capilla Mayor del Convento de San Vicente Ferrer, al lado del evangelio, junto a su hijo don Juan de Zúñiga.
El presidente de la Unión de Cofradías de Plasencia, que tiene su almacén y exposición de pasos de Semana Santa en esta iglesia del convento de Santo Domingo, me dice que, en el suelo de la iglesia, centrado y cerca del Altar Mayor, hay un recuadro de losetas de pizarra destacando del resto, que es de losas de piedra, y que ahí estuvo colocado un túmulo con el enterramiento de los Duques. Posteriormente, por las quejas de los fieles de que no se veían bien los oficios, lo quitaron, pero no sabe decirme a donde lo llevaron ni de donde ha sacado esa información.
También se especula que pudieran estar enterrados en la Cripta subterránea construida a la entrada de la capilla del lado de la epístola por los Marqueses de Mirabel y Condes de Berantevilla, pero, además de haberse construido mucho tiempo después, testigos presenciales dicen que solamente está la tumba de uno de los Condes de Arión del siglo XIX y otras dos personas de esa familia de un siglo anterior.
En la inscripción dice:
BAJADA A LA CRIPTA PANTEÓN DE LOS EXCMOS SRES MARQUESES de MIRABEL Y CONDES de BERANTEVILLA.
Se ha llegado a apuntar la posibilidad de que el enterramiento de granito flanqueado por dos leones rampantes conservado en la sala capitular del convento placentino hubiese sido, en un primer momento, destinado a albergar el cuerpo de Leonor Pimentel, pero lo cierto es que en su carta del 22 de agosto de 1484, la duquesa de Plasencia manifiesta su deseo de ser sepultada, al igual que su marido, en la capilla mayor de la iglesia. Además, en los conventos masculinos de la Orden de Predicadores, la sala capitular solía ser el lugar de enterramiento de la comunidad de religiosos, de ahí que un espacio sepulcral como el que se conserva en el Capítulo placentino pudiese haber sido, en realidad, proyectado para dar sepultura a algún miembro destacado de la misma. (Diana Lucía Gómez-Chacón)
Todo son especulaciones y nadie ofrece pruebas documentadas de que lo que afirman sea cierto. Como ocurre en muchas poblaciones, hay cronistas que, con su mejor voluntad y cuando no encuentran explicación a sus investigaciones, escriben su crónica diciendo “es posible”, “se supone” o “pudiera ser” y lanzan su hipótesis que luego perdura por los tiempos, porque algunos cronistas que vienen detrás lo dan por cierto y no andan molestándose en confirmarlo.
Pero hay dos publicaciones muy claras de dos personas, testigos directos de lo sucedido en este caso.
La primera es de Fray Alonso Fernández que en su “Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia” dice que cien años después de la muerte de los Duques, con motivo de una remodelación, levantaron los sepulcros y solo encontraron el de su hijo don Juan de Zúñiga y que él fue testigo de ello.
La siguiente es la crónica sobre el Administrador de los Duques y posteriormente Albacea de sus testamentos, el Dean don Diego de Jerez, que estuvo con ellos en vida y administró sus bienes después de su muerte. Esta crónica está magníficamente escrita por el investigador Domingo Sánchez Loro.
Estos dos testigos directos aseguran que Duque y Duquesa fueron enterrados en la Capilla Mayor de la Catedral de Plasencia (la antigua) y como los Reyes Católicos en 1488 despojaron a don Álvaro II de Zúñiga, nieto y heredero del recientemente fallecido Duque de Plasencia, de la ciudad y “su tierra” y la incorporan a la corona real, terminan con la presencia en Plasencia de los Zúñigas que la habían gobernado durante los últimos 46 años y con su influencia, situación agravada por las pendencias entre los pretendientes al Ducado que se desentienden de los enterramientos, del traslado de los restos a San Vicente Ferrer y, sobre todo, de las costas de estas tareas y los responsos necesarios para ellas. (Domingo Sánchez Loro. El parecer de un Deán)
Posteriormente, unos cien años después, el obispo D. Gutierre Álvarez de Toledo, hijo del primer duque de Alba, que era el titular de la cátedra placentina en esta época, inició la construcción de la Catedral Nueva sobre la antigua, derribándola desde la cabecera hacia atrás para sustituirla por la nueva construcción, de forma que, para la edificación del nuevo Coro, se derribaron varias capillas y entre ellas la Capilla Mayor donde estaban enterrados los Duques de Plasencia y Béjar sin que se sepa a donde fueron a parar estos enterramientos.
Como se comenta anteriormente en el libro El parecer de un Dean, de Domingo Sánchez Loro, nadie de su familia ni allegados se ocupó de llevar sus huesos al convento de San Vicente Ferrer, ni de pagar los responsos para los que los Duques habían querido dejar unos dineros en sus testamentos. Solamente don Diego de Jerez, el Deán, su albacea, encargó unos con su propio dinero en agradecimiento a las atenciones y confianza que había recibido de ellos en vida.
En las tres páginas que se adjuntan del libro El parecer de un Deán, escrito por Domingo Sánchez Loro, se detallan perfectamente todos estos hechos. Y creo que, sin estar totalmente documentados, son las manifestaciones más cercanas a la verdad, ya que provienen de declaraciones de testigos presenciales.
Se puede pensar que don Diego de Jerez, en su calidad de albacea de los Duques podría haberse ocupado del traslado de los cuerpos y de las pompas fúnebres, pero desde que murió el Duque y, sobre todo, del despojamiento del señorío de Plasencia a la familia Zúñiga, se vio atacado por los descendientes que se disputaban el ducado hasta el punto de llegar a atentar contra su vida y hacerse cargo don Juan de Zúñiga de la albacería, ilegalmente. Solamente consiguió cumplir los testamentos en el nombramiento de nuevo Duque a don Álvaro II de Zúñiga y Pérez de Guzmán, nieto de don Álvaro I e hijo de su hijo primogénito Pedro, que murió antes que su padre.
POSTDATA
Me comenta Ismael Martín, técnico de la Oficina de Turismo de Plasencia, que el primer enterramiento que hicieron a D. Juan de Zúñiga, hijo de los Duques Álvaro y Leonor de Pimentel, en la iglesia de San Vicente Ferrer de Plasencia, fue un túmulo en el pasillo central, cerca del Altar Mayor, formado por un sarcófago encima del cual se colocó la figura de D. Juan orante, de rodillas, y a su lado dos leones.
Según él, la escultura fue destrozada totalmente por los franceses y solo quedaron menos perjudicados los leones, que se trasladaron a la Sacristía.
Posteriormente el Concejo o el Cabildo cardenalicio obligó a cambiarlo de sitio y ubicarlo en la Capilla lateral al lado de Evangelio.
Desconozco si existe documentación sobre esta versión.
También se encargaron los franceses de destruir la escultura de D. Martín Nieto, que está expuesta ahora en la entrada del Parador de Turismo, sin cabeza.
POSTDATA SEGUNDA
En su libro “Los judíos de Plasencia y de Béjar y la casa de los Zúñiga”, Marciano Martín Manuel, además de una inmensidad de datos sobre la vida de los judíos en los territorios de los Zúñiga en el siglo XIII, casas compradas, vendidas y arrendadas, contratos oficiales y particulares, nombres, apellidos y oficios y penalidades sufridas a consecuencia de la expulsión de España por los Reyes Católicos, por la forzosa conversión al cristianismo y por la Inquisición, intercala muchos otros referentes a personas, edificios y anécdotas que no hablan directamente de los judíos pero que guardan alguna relación en el tiempo y en el espacio.
Este es el caso de los apuntes que voy a sacar en esta postdata.
En el artículo he dicho que los familiares de los duques Álvaro de Zúñiga y Leonor de Pimentel no se ocuparon ni de pagar los responsos por sus fallecimientos y que lo tuvo que hacer su albacea, el Deán Diego de Jerez. Pero parece ser que no fue así, por lo menos en su totalidad.
Marciano Martín Manuel, en su libro, nos lo dice y lo justifica documentalmente, que es como hay que justificar estas informaciones.
“Libro: Los judíos de Plasencia y de Béjar y la casa de los Zúñiga.
Página 381
Documento 15
1478 – 1488, julio-octubre. Plasencia.
Libranzas realizadas por Jacob y Yuçé Abravanel a judíos de Béjar y Plasencia por orden de Juan de Zúñiga, maestre de la orden de Alcántara.
AHN, Osuna, C, 218, D. 1, s. f.
Edit. CARRETE PARRONDO, FIRC I, doc. 84; y DE HERVÁS, Historia de los judíos de Plasencia, doc. 176.
……………………………………………………………………………………………….
Página 382
Al cabildo de la iglesia mayor de Plazençia por carta del maestre mi señor fecha XX días del mes de julio, por la qual manda a Jaco Abravanel que pague todos los maravedís que montare en los aniversarios que dixeren en la dicha iglesia por el ánima del duque mi señor fasta un año cumplido, que se cumplía por año nuevo del dicho año. E ge los comience a pagar desde primero del dicho mes de julio por cada uno con su vigilia e ofiçios como es costumbre CCCLXX.
Por otra carta del dicho señor maestre fecha primero de julio del dicho año de LXXXVIII mandan a Yuçé Abravanel que dé a los freyles de Sant Alrfonso (sic) de la dicha çibdad una fanega de trigo e una arroba de vino e una libra de çera e dos maravedís, para ençenso cada día para la ofrenda por el ánima del duque mi señor, desde XV días del mes de junio del dicho año hasta ser cumplido un año, e que tome por testimonio lo que esto costare (…)
…………………………………………………………………………………………………
Página 383
Paresçe por una nómina del maestre mi señor fecha primero de julio de LXXXVIII años quel dicho Yuçé Abravanel pagó e gastó por mando de su señoría LIIUCCCXCVII en esta manera:
(Nota mía: Cincuenta y dos mil trescientos noventa y siete maravedís. La U significaba mil y después de una cifra, los miles de esa cifra)
-a los clérigos de Béjar que vinieron con el duque mi señor quando le truxeron de Béjar a enterrar en la iglesia de la çibdad de Plazençia do está sepultado VU (Cinco mil maravedís)
-pagó por dos cestos de guindas para los dichos clérigos e las otras personas que con (…) venían LXVI (Sesenta y seis maravedís)
-pagó tres arrobas de vino para la dicha gente CLXXXIIII (Ciento ochenta y cuatro maravedís)”
…………………………………………………………………………………………………
No consta en qué partidas se gastó el resto del dinero, pero no importa porque no viene al caso.
Lo importante es que está documentado que Juan de Zúñiga pagó, o mandó pagar, los aniversarios y las ofrendas, en la Catedral de Plasencia, por el ánima de sus padres, los Duques de Béjar y de Plasencia (entonces), por lo menos por un año, así como el traslado de los restos de su padre Álvaro de Zúñiga I, de Béjar a la Catedral de Plasencia.
Gracias a Marciano Martín Manuel por autorizarme a copiar estos párrafos de su libro, a Óscar Rivadeneyra Prieto por ponerme en contacto con él y a Carmen Cascón Matas por publicar este artículo en su blog Pinceladas de la Historia Bejarana y por darme la idea de publicarlo en este blog.
4 comentarios:
Gracias por esta interesante y documentada historia, Jero.
No deja de ser Historia de Béjar y Plasencia.
Excelente, Jero. Tus indagaciones pedían una entrada como ésta que puede servir a investigadores que vengan detrás que, irremediablemente, tendrán que citarte. Has escrito "un estado de la cuestión" que diríamos los historiadores. Saludos
Carmen, la idea fue tuya. No pensé, al principio, subirlo a aquí, pero tus recomendaciones siempre son bien recibidas. Y obedecidas.
Publicar un comentario