domingo, 23 de mayo de 2010

PENSAMIENTOS

REFLEXIONES DE JULIÁN YAGÜE
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Julián Yagüe, en los últimos años de su vida, escribió unas reflexiones que no se han conocido hasta ahora, en que, gracias a las investigaciones realizadas por nuestro recién nombrado Consejero Delegado de Investigación y Economía, Paco Abdón Fochs, se han podido hacer públicas.

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Han estado celosamente guardadas hasta ahora, debido a una cláusula escrita de su puño y letra que dice textualmente: “No sean publicadas aquestas Reflexiones hasta que un descendiente mió y de mi amada esposa tenga edad y raciocinio suficientes para saber interpretallas y admitillas y que, además, se llame Paco Adón.
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Pocas dudas nos caben de que es el momento de sacarlas a la luz y darlas a conocer.
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(Para encontrarlas, hemos tenido que pedir la intercesión de San Cucufato, San Cugat en Cataluña, que es el abogado de las cosas perdidas.
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Hemos hecho un nudo en un pañuelo al tiempo que rezábamos la correspondiente oración:
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San Cucufato, San Cucufato,
los cojones te ato.
Si aparecen las Reflexiones,
yo te los desato.
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Después de dos o tres día hubo que apretar un poquillo el nudo, pero, al final, aparecieron.
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Mano de Santo.)

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Reflexiones.
El dinero no hace la felicidad, pero la pobreza menos, así que he decidido pasar esta desdicha que es la vida, con comodidad.
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Si las armas fueran necesarias, habríamos nacido con ellas.

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Batalla de La Albuera en 1811
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Hubo 14.000 bajas entre muertos y heridos
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En una ocasión me dijo un conocido: “Si me das cuatro hierros te construyo un barco, Yo le respondí: Si tú me das a tu hermana, te hago la tripulación”.
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Como dicen en las Indias: “Hay dos cosas que un hombre debe tener: una buena vieja y una buena mula; eso sí, que la mula no sea muy vieja y que la vieja no sea muy mula.”
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La maestra de mi pueblo se llamaba Dorotea. Era muy respetada por todos. ¡Por eso se marchó del pueblo, para ver si tenía más suerte!
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Construí una casa y, como quise ahorrar demasiado en los materiales, se me cayó. Pasó un vecino y como me preguntó: ¿se te ha caído la casa?, le contesté: No, ¡la he desmontado para limpiarla!.
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Julián Yagüe sentado sobre la casa recién derruida
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Sigo persiguiendo a las muchachas aunque soy muy mayor, pero ya no me acuerdo para qué.
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En una ocasión, un curandero nos dijo que podía curarnos cualquier dolencia poniendo una mano sobre la mesa y la otra sobre la parte enferma. Mi mujer puso una mano sobre la mesa y la otra en una de sus piernas. Yo la puse sobre mi bragueta y mi mujer me dijo: ¡ha dicho que va a curar a los enfermos, no a resucitar a los muertos!.
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En la última visita al galeno, me ha dicho: ¡Bebe usted demasiado!. Yo, que ya me tiembla bastante el pulso, le contesté: No crea, ¡se me cae mucho!.


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Una copita de vino alegra el espíritu de las personas y de su sombra
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La verdad es que no se me cae. Lo tiro al suelo a propósito, para que lo beba mi sombra y se alegre conmigo.
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Y es que la diferencia entre una mujer muy fea y otra muy guapa, es ¡dos copas!.


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Sombra de Julián Yagüe, alegre, con otra amiga
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Tengo mucho cariño a mi sombra. La pregunto con frecuencia ¿con quién te irás cuando yo me muera?
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2 comentarios:

TEMPORADASBLOG dijo...

Querido Jero: Debo confesártelo. Yo con Julián Yagüe no tengo "feeling", como se dice ahora. Por el tatarabuelo, lo que quieras, pero su suegro Julián me ha parecido - por el retrato - un componente de Parchis. Yo creo que lo era, pues son de la época.
Lo siento pero dimito del cargo.
Abrazos, Paco Abdón Fochs.

jeronimojgr dijo...

Es una pena, Paco Abdón, porque a mí siempre me ha caido muy bien, aunque reconozco que debió ser un elemento de cuidado.
Jero.