MARIO EMILIO
Dice la canción de Alberto Cortez:
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
………………..
Cada uno de nosotros dejamos una huella determinada en los amigos, en la familia y en la sociedad en general, pero algunas personas tienen el don de dejar una huella especial por donde pasan.
Este es el caso de nuestro amigo Mario, o Mario Emilio, que le llamamos de las dos formas. Y no hace falta dar el apellido ni ninguna explicación aclaratoria. Ha ido dejando su huella especial por donde iba y ahí quedará para siempre y por ella le recordaremos.
Claro que todos los amigos dejan huella y siguen a nuestro lado aunque ya no estén. Estoy recordando a los más íntimos: Manolo, Ángel, Juanjo y ahora Mario, que ya no están y a los que quedamos, Paco y yo, con Nacho Oliva y Pepe Carrillo algo más distanciados.
Una de las pocas fotos que nos hicimos entonces, cuando no hacían falta porque estábamos siempre juntos.
Esta seguro que la hizo Ángel. En Tornavacas.
Menuda pandilla teníamos y seguimos teniendo, que estas amistades no se pierden con el tiempo ni con la distancia: Paco, Quique y Francis, Moncho, José Mari, Antonio… Y como decía mi hermana cuando la preguntaban en casa con quién había estado: Charo, Jose, Tana, Mavita, María Pilar y yo. Luego María Jesús, Maribel, las Marisas, Angelines, Pacita, Nieves, Concha, Cristina…
Me dejo la mitad por lo menos, pero a estas alturas no se puede exprimir mucho la memoria, sobre todo de los que siempre hemos tenido poca. Pido disculpas por las ausencias involuntarias.
La primera “foto de familia”.
No sé si ya íbamos en moto a Fuentes o todavía en bici.
La foto la haría Concha, digo yo.
Más mayorcitos, no nos perdíamos una verbena.
Han sido muchas las oportunidades que hemos tenido para juntarnos a lo largo de nuestra vida y no hay constancia gráfica de muchas de ellas, pero con las que hay es suficiente para hacer un viaje recordatorio de como a lo largo del tiempo hemos seguido manteniendo el contacto y la amistad.
Mira por donde, Mario Emilio y yo coincidimos los dos años de Campamento de las Milicias Universitarias, en Montelarreina.
Nuestro espíritu militar se demostró cuando salimos al final de sargentos. Por lo menos, yo.
La postura que tenemos no puede ser más marcial.
Últimamente, a punto de jubilarnos, he tenido la oportunidad de frecuentar más la pandilla, cuando los hijos ya volaban por su cuenta, y he aprovechado la llegada de las nuevas tecnologías, con los teléfonos – máquinas de fotos para conservar esos momentos.
En el chalet de Ángel y Concha, en Tornavacas, nos hemos reunido varias veces a disfrutar de sus maravillosas paellas.
Paco y Mario, como buenos primos, han estado siempre muy unidos.
A Mario le gustaba rememorar antiguas aventuras pasadas en este corredor.
Una de las últimas paellas con la que nos obsequiaron Ángel y Concha.
Menos Mario, casi todos nos atrevimos a bañarnos en la frias aguas de la Garganta de San Martín.
Ángel y sus hermanos también nos han juntado varias veces en Béjar, en “El Gallinero”, en saraos nocturnos.
Y Manolo y Marisa, en Los Viñazos.
Nacho Oliva y Esperanza nos preparaban un suculento calderillo en Navacarros…
…rematado con dulces de la tierra.
Y de remate, una buena tertulia.
Esta es la última excursión que hicimos Mario y yo.
Al Parque de Los Barruecos, en Malpartida de Cáceres.
Bueno Mario, aunque parece que ha llegado la hora de la despedida, estaremos siempre juntos. Ha sido mucha vida y muchos buenos momentos para que se vayan a olvidar así como así. Un abrazo muy fuerte.
Cuando un amigo se va
Alberto Cortez & Facundo Cabral
https://www.youtube.com/watch?v=hjfH2oNsa34
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