VERANO DE 2020. Escudos y pueblos (2)
GRIMALDO
Un sitio a donde hemos ido algunas tardes veraniegas a tomar un cafetito o un tinto de verano es Grimaldo. Un pueblecito con una sola calle y la carretera N-630, que le atraviesa de lado a lado.
Aquí, en la carretera, al atardecer, se está muy bien debajo de las parras con el suelo recién regado, sobre todo si corre un poco de la brisilla vespertina. Casi no pasan coches y es fácil tener una tertulia con los clientes del Bar El Refugio o con el dueño.
Es un pueblo tan pequeño, 75 habitantes, que no tiene ni Ayuntamiento. Depende de Cañaveral (Cáceres) y no tiene escudo heráldico, aunque por sus méritos históricos merecería tenerlo.
Me explico.
El nombre procede de Grimaldo, hijo del rey franco Pipino del Heristal, soberano de Austria, que murió en el año 714. En el siglo VIII se asentó en Italia. De Génova pasó a España, según conocemos por un privilegio otorgado por el rey de Aragón, Sancho Ramírez, en 1076. Bernardo Gutiérrez Grimaldo fue el primero del linaje en llegar a España. Este apellido también se utiliza como Grimaldi o Grimalda.
Escudo heráldico de los Grimaldo españoles.
Otro Grimaldo fue almirante y estadista genovés en la época de las primeras Cruzadas. Es el origen de la casa soberana de los Grimaldi (Mónaco). Al parecer era hijo de Otto Canella, aunque no llevase ningún nombre patronímico. Fue cónsul de la República de Génova en 1162, 1170 y 1184, y fue el representante de Génova ante el Emperador Federico Barbarroja y ante el emperador Bizantino.
Escudo heráldico de los Grimaldi de Mónaco.
Está claro que los escudos son iguales. Al final de este artículo hablaré de estos Grimaldi.
Grimaldo tiene un castillo que se ve desde la carretera y que, aunque es de propiedad particular y está bastante deteriorado, tiene una historia muy particular.
Castillo romano, musulmán y reconstruido por los Reyes Católicos, perteneció en otro tiempo a la dinastía Grimaldi, propietarios de los que se cuentan muchas y curiosas leyendas.
Fue construido en un lugar estratégico desde el que controlar los viajeros y ganado que atravesaban por la Vía de la Plata, así como para vigilar las posesiones de sus dueños. En una de las esquinas de la fachada se puede observar el escudo de la familia Bermúdez de Trejo, dueños del castillo en el siglo XIV.
La torre era más alta, pero los Reyes Católicos la hicieron desmochar a raíz de las luchas entre los Bandos (Salamanca, Cáceres).
El castillo pertenecería a una de las fortificaciones que jalonan la Vía de la Plata, controlando así el paso de esta importantísima vía de comunicación. Todo apunta a que, como en otras tantas ocasiones, se trate de una fortaleza cristiana levantada sobre otra musulmana, aunque no quedan vestigios de esta última.
Sobre el Señorío de Grimaldo, las noticias se remontan a la segunda mitad del siglo XIII, cuando se habla de Pedro Sánchez de Grimaldo en la época de Alfonso X y Sancho IV. Junto con el castillo, se cede a este noble el derecho de asilo, es decir, que puede cobijar en sus murallas a quien quieran, aunque esté acusado de un crimen, sin que pueda ser forzado a entregarle.
De estos Grimaldo procederían los Sánchez Trejo que figuran como titulares de la fortaleza en los siglos XIV y XV, pasando a finales del XVI a Rodrigo Calderón, Conde de la Oliva.
De la fortaleza original se conserva en un estado más o menos aceptable la torre, y también una pequeña iglesia gótica a un lado, donde reposan los restos de algunos miembros de la familia Trejo.
La torre es una sólida construcción cuadrangular, que está formada por una cámara subterránea que actúa como aljibe, y sobre ella tres plantas, las dos primeras con bóvedas de cañón. Sobre la última planta hay una terraza con restos almenados.
Entre las historias que esconde este lugar, está la de un terrateniente, Rodrigo Calderón, que mandó decapitar a sus sirvientes por las vejaciones que estos infligían a mendigos y caminantes. Después hizo colgar y exponer sus cabezas en las almenas del castillo.
Sobre esta historia hay varias versiones que coinciden en lo principal aunque varían los detalles.
Historia nº 1:
Dice una leyenda que siendo señor de Grimaldo don Rodrigo de Calderón, llegó a sus oídos que varios de sus sirvientes se dedicaban a asaltar a peregrinos y comerciantes que transitaban por la Vía de la Plata. Según pudo comprobar, los sirvientes adormecían a los huéspedes con algún tipo de sustancia que echaban al vino, les asesinaban y descuartizaban, arrojando sus restos a los cerdos, y luego se repartían sus enseres. Don Rodrigo reunió a estos sirvientes, les ejecutó y cortó sus cabezas, que exhibió sobre las almenas del castillo. Según algunas personas, a mediados del siglo pasado, durante unas obras cerca del castillo se encontró un buen número de esqueletos a los que faltaba el cráneo, lo que ratificaría la leyenda.
Rodrigo Calderón de Arana
Historia nº 2:
En los años cincuenta de este pasado siglo XX en el municipio cacereño de Grimaldo se realizaban las obras de construcción de una vivienda junto al famoso Castillo de Bermúdez de Trejo. Los obreros se encontraban a unos cincuenta metros de los muros de la fortaleza excavando los cimientos de la casa cuando comenzaron a descubrir abundantes restos humanos; en un principio no se sorprendieron demasiado hasta que al sacar las osamentas se dieron cuenta que por más que buscaban no había ni rastro de las cráneos de los cadáveres.
Al conocer lo sucedido uno de los intelectuales del pueblo, el señor Circo, fue a visitar las obras y nada más hacerlo afirmó con rotundidad:
- "Esto confirma que la leyenda, desde hoy, se ha convertido en historia".
Y es que la leyenda cuenta que allá por el siglo XV los Reyes Católicos se vieron en la obligación de limpiar la corona de una serie incontrolada de pícaros, vagos, maleantes, pordioseros, sinvergüenzas y ladrones que infestaban pueblos y ciudades. Para llevar a cabo tal propósito se apoyaron en la conocida como Santa Hermandad, que fue un grupo de gente armada, pagada por los concejos, con el fin de perseguir a los criminales.
Oficiales de la Santa Hermandad.
Fue instituida en las Cortes de Madrigal de 1476, unificando distintas Hermandades que habían existido desde el siglo XI en los reinos cristianos. Fue, posiblemente, el primer cuerpo policial realmente organizado de Europa. En ocasiones, la Santa Hermandad con unos medios más propios de pícaros que de agentes de la justicia tenía sobre sus hombros la pesada carga de limpiar el lastre depositado durante siglos.
Se cuenta que por aquellos entonces el castillo de Grimaldo era albergue de los caminantes que usaban la ya entonces deteriorada Vía de la Plata. Era sonado en el pueblo que en ocasiones entraban arrieros para alojarse y no se les volvía a ver salir. Se decía que durante la noche, mientras dormían, se les asesinaba para despojarlos de cuanto llevaban. Todo esto dio lugar a que la imaginación popular se desbordara: crímenes, enterramientos secretos, riquezas incontroladas.
Pero ¿esto era verdad? Era obligación de la Santa Hermandad averiguarlo.
Con un plan muy bien estudiado varios miembros de la hermandad se disfrazaron de arrieros y pidieron alojamiento en el castillo. Se identifican como pastores trashumantes, poseedores de grandes rebaños e incluso hicieron ostentación de riquezas.
Estratégicamente alojados en el castillo esperaron para ver si los hechos esperados se producían y desgraciadamente así fue.
Una noche, un grupo de personas intentaron atacar a uno de los miembros de la hermandad pero en ese justo momento cayeron sobre los criminales todos los demás y los prendieron al grito:
-"Alto a la Santa Hermandad"
Sorprendidos "in fraganti" y para escarmiento general se les impuso una pena ejemplar, se les decapitó siendo colocadas sus cabezas sobre las almenas del castillo para que sirvieran de ejemplo al resto de la población.
Temática Sucesos Crímenes
Fuente: Leyendas Extremeñas / José Sendin Blázquez.
Torre del castillo de Grimaldo. En primer lugar la iglesia junto a la que aparecieron los esqueletos sin cabeza.
En el siglo XIV, fue la familia de los Bermúdez de Trejo, uno de los linajes de más alcurnia y poder de la región, quienes rigieron los destinos del Señorío de Grimaldo, de Las Corchuelas y del castillo de Monfragüe. Hasta que por enlaces matrimoniales y sucesiones lo hereda don Rodrigo de Calderón, Conde de la Oliva, I Marqués de Siete Iglesias, Comendador de Ocaña en la orden de Santiago, y protagonista de nuestra historia.
Pero, ¿quién era don Rodrigo de Calderón?
Rodrigo de Calderón, había nacido en la ciudad flamenca de Amberes hacia 1576, hijo de Francisco de Calderón y Aranda, capitán de los Tercios de Flandes, y de María de Aranda y Sandelijn, su prima hermana.
A la muerte de su mujer, Francisco Calderón regresa a su Valladolid natal, acomodando a su hijo Rodrigo de 15 años, como paje de Francisco Gómez de Sandoval, V marques de Denia, con quien llega a ser con el tiempo, por su tesón e inteligencia, su hombre de confianza.
Cuando en 1598 accede al trono Felipe III, Francisco Gómez de Sandoval que se había ganado el favor y la confianza del joven monarca, se convierte en el valido de su majestad y más tarde en Duque de Lerma. Con este ascenso, Calderón pasa de sus orígenes humildes, a ser el favorito del favorito, permitiéndose también la posibilidad de elegir esposa, la noble extremeña doña Inés de Vargas Carvajal, con la que se casó en 1601, aportando como dote los señoríos de Grimaldo, de Las Corchuelas y del castillo de Monfragüe.
Parece ser que también tuvieron en propiedad la Casa de las Argollas, en la Calle del Rey de Plasencia, que posteriormente pasó a la familia Nieto, de Salamanca.
Casa de las Argollas, de Plasencia y escudo de los Nieto.
Desde sus cargos como
secretario de cámara del rey, consejero de estado, embajador, y secretario del
duque de Lerma, va a ir acumulando poder político, títulos y riquezas a la par,
llegando a ser uno de los hombres más poderosos del momento junto a Pedro Franqueza
(conde de Villalonga, Secretario de Estado y de la Inquisición), y el propio
Duque de Lerma, valido del rey.
Rodrigo Calderón. Rubens.
Quizás el suceso del castillo fuera premonitorio para el trágico final que le esperaba a don Rodrigo de Calderón. Porque aunque fue fundamental en la política de paz de Felipe III, su ascenso desorbitado molestó a muchos personajes de la corte, que vieron en él un enemigo temible en un tiempo en que las intrigas y la corrupción eran frecuentes en la corte; él representaba la corrupción en sí misma.
Por eso en 1618 Felipe IV, a través de su valido el Conde-Duque de Olivares, ordenó su detención y su encarcelamiento, entre otros sitios, en el Castillo de Montánchez, donde fue torturado con agua, garrote y cordeles como era costumbre.
Se le acusó de doscientos cuarenta y cuatro cargos, entre ellos el de participación en varios asesinatos, apropiación indebida, tráfico de influencia, cohecho, brujería, y otras actividades ilícitas. Se le desposeyó de todos sus títulos, sus propiedades y bienes fueron confiscados, entre ellos su formidable y extensa colección de pintura flamenca e italiana que pasó a formar parte de la colección de Felipe IV.
El 21 de octubre de 1621 don Rodrigo de Calderón, era degollado por delante (a los traidores se les ejecutaba por detrás) ante los allí presentes, en cadalso habilitado para la ocasión en la Plaza Mayor de Madrid.
Momia de Rodrigo Calderón.
Su cuerpo descansa en la actualidad olvidado en un arca en un armario, de la sala capitular del Convento, promovido bajo su mecenazgo, de Nuestra Señora de Portaceli de Valladolid, tan cerca pero tan lejos del lujoso sepulcro que se hizo construir.
Sepulcro de Rodrigo Calderón y esposa en Porta Coeli.
Fue un hombre ambicioso y sin escrúpulos y se convirtió en la persona de confianza del duque de Lerma, el hombre más poderoso del reinado de Felipe III. Por su personalidad insolente, fue especialmente odiado por los enemigos del duque entre los que se encontraba la mismísima esposa de Felipe III, la reina Margarita de Austria-Estiria.
Y es que la reina Margarita se opuso a los abusos e influencia del duque de Lerma y sus colaboradores entre los que se encontraba Rodrigo Calderón. Con ayuda del confesor real fray Luis de Aliaga consiguió que se iniciara una investigación que dejó al descubierto el entramado de corrupción que rodeaba al duque. En octubre de 1611, Rodrigo Calderón fue acusado de utilizar brujería contra la reina Margarita, la cual falleció en el parto tras dar a luz a Alfonso Mauricio de Austria. Posteriormente fue también acusado de varios asesinatos y declarado culpable; el 20 de febrero de 1619 fue arrestado en su palacio de Valladolid y conducido al Castillo de Montánchez que entonces se encontraba habilitado como prisión.
Finalmente le condujeron a Madrid donde fue salvajemente torturado para conseguir que confesase los cargos de asesinato y brujería que contra él pesaban. Murió degollado, por su condición de noble, en la plaza Mayor de Madrid el 21 de octubre de 1621. A pesar de no haber muerto en la horca queda en el refranero español: “Tener más orgullo que Don Rodrigo en la horca”, debido a la dignidad y valentía que presentó a la hora de morir.
La esposa y los hijos de Rodrigo Calderón, con el tiempo y las gestiones de parientes influyentes, consiguieron recuperar casi todas las posesiones y títulos.
La familia Vargas Carvajal era extensa y poderosa. Entre ellos figura Francisco de Vargas y Medina, Licenciado, Corregidor de Medina, Consejero de Hacienda y de Estado, Confirmador de privilegios, Tesorero general y Chanciller de Castilla, Alcalde de Trujillo, de Marbella y de ¿Marpequeña?, cargos que tuvo con los Reyes Católicos, quienes le tenían por persona sabia y perspicaz hasta el punto de que con él se hizo famosa la frase “Averígüelo Vargas”. Fue Cogobernador del reino en ausencia de Carlos V, y estuvo preso y saqueado por los Comuneros. Vendió la Casa de Campo de Madrid, de su propiedad, al Emperador y compró el señorío de La Oliva (de Plasencia) a la Princesa Juana, hermana de Carlos V, en 1513. Se casó con Inés de Carvajal, natural de Plasencia, de donde vienen los Vargas Carvajal. Tuvo más de ocho hijos, entre los que está Juan, abuelo de la esposa de Rodrigo Calderón, que en realidad se llamaba Elvira de Trejo Carvajal.
Otro personaje famoso, hijo del anterior, fue el Obispo de Plasencia Gutierre de Vargas Carvajal, 1506, el llamado Obispo arquitecto por la cantidad de iglesias que construyó y modificó en toda la diócesis, incluida la Catedral y en las que incluyó su escudo episcopal.
Escudo del obispo de Plasencia Gutierre Vargas Carvajal.
Abad de Santa Leocadia, en Toledo, en 1519, obispo de Plasencia en 1524, fundó un Colegio en Plasencia, un Convento en Trujillo y la iglesia de Jaraicejo, pueblo de la diócesis que utilizaba como residencia de verano y donde tenía un palacio. Vivió en Plasencia en el palacio de los Carvajales, posteriormente Colegio de San Calixto, en la calle del Rey. Murió en Jaraicejo el año 1556. Tuvo un hijo con una señora noble, Francisco de Carvajal, en quien fundó Mayorazgo.
Dicen los jaraicejanos (de Jaraicejo) que fundó un convento de frailes junto a la iglesia y, al lado, otro de monjas y que por eso los del pueblo se hacen llamar “monjinos”. Hay hasta una Peña de los Monjinos, y dos asociaciones: “Asociación cultural El Arco Monjino” y “Asociación cultural Monjina”.
Todavía se pueden ver, uno junto a la iglesia y el otro separado de ella pero con un pasadizo aéreo para cruzar la calle.
Escudo de Jaraicejo.
Así pues, el pueblecito Grimaldo, sin escudo heráldico, podría, con todo merecimiento usar el de los que fueron sus propietarios más antiguos. Modernizado, claro.
Grimaldo, con el castillo, la iglesia y el primer acceso a la calle única del pueblo.
Últimas casas de Grimaldo, con el segundo acceso a la calle y con el Bar El Refugio al fondo a la izquierda.
Como curiosidad, el arroyo que atraviesa Grimaldo, se llama “Arroyo de la Madre del Agua”, nada menos.
¿DE DÓNDE VIENEN LOS GRIMALDI?
En pie: Alberto, Estefanía y Rainiero. Sentados: Carolina y Grace Kelly
La historia de una de las familias reinantes más longevas del mundo parte el 8 de enero de 1297, cuando Francesco Grimaldi, conocido como el Malicioso, desembarcó en Mónaco, disfrazado de monje franciscano, huyendo de las luchas internas que se vivían en su Génova natal. Los Grimaldi, una familia rica, que además de comerciantes eran guerreros reputados, tomaron partido por los güelfos, aliados del Papa, enfrentados a los gibelinos, ligados al emperador romano-germánico.
Estas luchas obligaron a los Grimaldi, como perdedores, a exiliarse en tierras vecinas, apoderándose de Le Rocher (La Roca), como se conoce al estado de Mónaco. Francesco Grimaldi lideró aquel exilio y, de aquella travesía, quedan como testimonio los dos monjes armados que forman parte del blasón de la familia. Los Grimaldi perdieron la fortaleza monegasca cuatro años después, pero tres décadas más tarde la recuperó Carlos I, considerado el verdadero fundador del principado.
Desde entonces, sus descendientes se han sucedido en el poder y han sobrevivido frente a los poderosos reinos de España, Francia e Italia.
El príncipe Rainiero acompañado de sus hijos: la princesa Carolina, el príncipe Alberto y la princesa Estefanía.
Palacio Grimaldi de Mónaco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario